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  • Jordi Moya Gallardo

Once letras, cinco vocales, seis consonantes, cinco sílabas...

Me da miedo escribir esa palabra. A lo mejor al escribirla se contagia el ordenador, me contagio yo, te contagias tú por leerla. Esas once letras que tanto hemos escuchado esta semana. Once letras que dicen todo y no dicen nada. Superemos el monotema del miedo y hablemos de nosotros. Hablemos de la angustia y la ansiedad que nace al no poder salir de casa. Hablemos de la rabia, la impotencia, de que nadie te va a consolar con un abrazo, que solo te tienes a ti. Pero hablémoslo sin prisa, sin alarmas, con una sonrisa. Esta reclusión nos perjudica a todos en muchos niveles, pero ¿en qué nos puede ayudar?


El ritmo vigoroso y frenético de nuestra rutina nos da un oasis para la reflexión. Tenemos delante un caramelito que debemos aprovechar porque luego, al final de todo esto, puede que hayamos aprendido algo. Puede que nos ayude a entender que el tiempo tiene muchas dimensiones, que la productividad se mide de diferentes unidades y que ESTAR con una persona, sí ESTAR en mayúsculas, no tiene precio. Aprovecha el #YoMeQuedoEnCasa para estar contigo, para descubrirte.


A partir de ahora cuando hables con un amigo o familiar te invito a que le preguntes cómo está y si te responde que está bien, que no tiene ningún síntoma, que ni fiebre ni tos; vuelve a hacerle la pregunta.

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